sábado, 7 de enero de 2012

Me hipnotizó por fin con su verso letal

Estoy aquí, con un billete de veinte encima de la mesa pensando lo lento que viene todo y lo deprisa que se va. Pensando en fumarme un cigarrillo al lado de la ventana sólo para ver el contraste entre el naranja del fuego y el gris de la ceniza. Pensando en que parezco gilipollas, una niñata más de esas que hay a puñados. La diferencia es que aquí cada uno cree que es único, diferente. Claro, cada uno es para sí mismo el centro del mundo. Pero con este tema me comporto como una imbécil. ¿Por qué? Porque se supone que uno es el centro de su mundo. Es como si fueras un planeta y lo demás girase a tu alrededor, como las lunas de Marte alrededor del centro de su elipse. ¿Y por qué digo que me comporto como una imbécil? Pues porque yo actúo de satélite. Actúo como si fuera la Luna y lo demás (los demás) el Planeta. Y cada vez que pienso “ya no más” pasa algo que me hace volver a ser la misma idiota de siempre. Nací idiota, crecí idiota y moriré idiota. Aunque siendo idiota es como más feliz se vive. Y quien diga que no, es que lo es.


viernes, 6 de enero de 2012

Dejarse llevar suena demasiado bien

Las calles empedradas, el Sol, los colores de las casas del muelle, dignas imitadoras del puerto de La Rochelle, brillando a la luz del astro rey, la Sirenita de color verde óxido, delatando su naturaleza de cobre; las calles, llenas de gente, de vida,